Puente de la Olmilla

Villa Romana, Albaladejo

Introducción

El 24 de agosto de 1973 Daniel Lillo, Nemesio Campos y Jacinto e Ignacio Macías, vecinos de Albaladejo que roturaban la finca de Justo Leal descubrieron unos extraordinarios pavimentos romanos que los arqueólogos excavaron después. Empezaba así la historia moderna de Puente de la Olmilla, una de las más grandes y lujosas villas romanas del bajo imperio (entre el siglo I y el V) descubiertas en la provincia de Ciudad Real.

En Puente de la Olmilla se extrajeron en las décadas siguientes 238 metros cuadrados de mosaicos de pavimento polícromos que adornaban algunas de las estancias, verdaderas joyas patrimoniales sometidas a años de abandono y expolio.

Hablar de Puente de la Olmilla es hacerlo de una de las villas romanas más lujosas del territorio meridional de Castilla-La Mancha. En este enclave a las afueras de Albaladejo se levantó en torno al siglo I después de Cristo un palacete que en realidad era una entidad de producción y vida en la época del bajo imperio romano.

El palacio rural de Puente la Olmilla estaba inserto en la naturaleza, pero al pie de la vía de los Vasos de Vicarello, una auténtica autopista de la antigüedad que utilizaron íberos, romanos y cartagineses para comunicarse con Andalucía y el Mediterráneo. Era una vía de comunicación troncal entre Hispania e Italia desde el s. I a.C. En tono a ella proliferaron cientos de ricas residencias rurales.

“Un ejemplo de la riqueza de esta vía lo constituyen los importantes establecimientos vilicarios que en torno al camino se erigieron entre Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente) y Mariana (Puebla del Príncipe); las villas romanas de Casa Paterna y Puente de la Olmilla en Albaladejo, El Calvario y La Ontavia en Terrinches, representan a la perfección la explotación del territorio en el ámbito rural en época romana, articulado a través de la figura de la villa, y no como construcción o residencia de campo, sino como entidad autónoma de producción agropecuaria”

Los arqueólogos han podido documentar que Puente la Olmilla, habitada sucesivamente hasta el siglo V, tiene una superficie excavada de algo más de mil metros cuadrados, en los que se distribuyen cuarenta y cinco estancias o ambientes diferentes.

Su planta octogonal se desarrolla en torno a un amplio peristilo (patio), un diseño evolucionado del siglo I hasta el V, fecha de su posible abandono.

De los mosaicos destacan los pavimentos del conocido como ‘ambiente 2’: mosaico de los leopardos, con un emblema de temática aún indeterminada, con tres casetones en los que se presentaron dos leopardos polícromos. El ‘ambiente 4’ aportó restos de un pavimento polícromo en tessellatum que representaba a los cuatro vientos (expoliado). El ‘ambiente 1’, reproducía un rico pavimento del tipo alfombra, con motivos geométricos, esvásticas, nudos de salomón, coronas de dos cabos, así como múltiples elementos propios de la musivaria típica de hacia finales de los siglos III y principios del siglo IV d.C.

Los corredores de la zona del peristilo también se hallaron decorados con suelos geométricos, así como la estancia quince, en la que se documentó un ambiente absidado con un panel geométrico y otro formando por un mosaico en forma de venera de estilo alegórico y que podría estar relación con su uso como dormitorio o capilla.

La vida de los propietarios, esclavos y sirvientes que habitaron este impresionante palacio rural, transcurría en un ambiente apacible de lujo y ostentación, en un momento complejo para el desarrollo de la vida urbana (en torno al siglo III), por lo que sus propietarios decidieron establecerse en ella para producir grano, vino y aceite, los tres productos estrella del modo de vida mediterráneo.

El palacio rural estaba inserto en la naturaleza, pero al pie de la vía de los Vasos de Vicarello, después Vía Augusta, una auténtica autopista de la antigüedad que utilizaron íberos, romanos y cartagineses para comunicarse con Andalucía y el Mediterráneo. Era una vía de comunicación troncal entre Hispania e Italia desde el siglo I. En torno a ella proliferaron cientos de ricas residencias rurales y también fue escenario de una de las primeras peregrinaciones conocidas de la historia, a partir del hallazgo de los denominados ‘vasos de vicarello’ o vasos apolinares, cuatro vasos de plata en los que están grabados los nombres y las distancias entre las distintas estaciones de la vía que llevaba desde Gades (actual Cádiz) hasta un pozo ritual dedicado a Apolo en Roma.

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Revisión del Mosaico Dionisíaco

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